Un mar de palabras se derrama
A través de las manos sobre una virgen hoja,
Inundándola con miles de historias de trasnocho,
Acompañado de ritmos y luces reflejadas
Que iluminan mis incontenibles pensamientos,
Inmóviles los ojos que no pierden la esperanza de verte como aquella tarde surrealista.
El ruido blanco que rodea la negra habitación
No logra opacar la intrusa luz del “observador nocturno”
Que arremete sin compasión contra mi cama;
Haciendo evidente lo llena y vacía que está.
Afuera puedo sentir la brisa llevándose tu cabello,
Tomando tu piel grano a grano,
Transportándote a un lejano y desconocido lugar,
Lejos e imposible para mi.
Parece que entre más te alejas más cerca te siento,
Y entre más rodeada de niebla más claro te veo,
Quizás sea por mi pasión de escudarme en la alcahueta oscuridad,
Quizás hoy dejé mi escudo.
Pero ya no tiene caso,
Ha regresado el sueño secuestrado
Y tus ojos color tierra se han turnado como esta oscura noche.
Carlos A.
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